
Mentirosear -palabra inexistente pero que me gusta, es como mentir pero de forma más inocente-, está muy de moda en esto del arte, en eso de sublimar momentos y vender imágenes, en esto de los leiv-motiv. El beso francés era mentira, y también se mentiroseó en el beso neoyorquino. También fue amañado. También fue un icono, y de iconos vamos viviendo, de iconos bonitos y de iconos feos, de modelos de todo tipo, buenos y malos. Toda nuestra maravillosa iconografía occidental que comienza por unos besos y termina en otros besos quizás judásicos (tampoco debe existir), pero besos al fín. Y ya se sabe que un beso siempre nos gusta antes de irnos a la cama a dormir.
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